El Mural de Can Rovira

Este mural representa la popular leyenda del Mantel de Can Rovira, que nos cuenta cómo la familia Rovira consiguió vivir en abundancia a lo largo de varias generaciones. Igualmente, refleja algunos de los rasgos más característicos del pueblo. Fue pintado por dos artistas locales: Josep Nogué y Ester Polo, con la colaboración de Bet, una artista de Arbúcies.

Antiguamente, el día de corpus la principal atracción era el altar de Can Rovira, presidido por un mantel viejo y amarillento que eran la garantía de la riqueza y la prosperidad de Can Rovira. También se dice que este mantel tenían la virtud de deshacer las tormentas si se tendían cuando venía una. Para mantener esta virtud se tenía que bendecir cada año en Sábado de Pasión.

Aprovechando la ubicación del mural se quiso crear una imagen basada en el contenido de la leyenda popular.

Se ilustra el momento de la apropiación del mágico mantel de la abundancia, no necesariamente por parte del heredero de Can Rovira, sino en manos de cualquiera que, espoleado por la codicia de beneficiarse de sus propiedades, se atreve a cogerlo.

La dificultad que eso supone queda reflejada en la desproporción evidente entre los elementos de la mesa y el osado que lo anhela; dificultad incrementada por la vigilancia probable de un centinela, que la presencia del casco de armado evidencia (además de hacer referencia a la utilidad de Can Rovira).

Tragedia previsible que quedará, pero, provisionalmente aplazada, petrificada. Gracias a la magia (del mantel) de la imagen, una acción efímera, instantánea, quedará  suspendida en el tiempo y el espacio, negando la gravedad: el vino, el pan, la botella, la servilleta… no llegarán al suelo mientras los elementos que les dan apoyo conserven su estructura, igualmente efímera, aunque en un tempo diferente.

La bola de cristal contendrá dentro de sí la imagen del propio edificio que la sustenta, mientras sea capaz, en tanto los elementos sean eso que son y no eso que representan o, lo que es lo mismo, mientras la prosperidad se mantenga.

Por lo que se refiere a las formas, se ha optado por combinar dos puntos de vista, o planos, opuestos (la vista aérea de la mesa y el de un espectador situado en la plaza), lo que libra al observador de tener que mirar la obra desde un punto de vista determinado. El hecho de que la imagen de perfil de la mesa coincida con la del edificio, además de dotarla de volumen, nos permite hacer otra lectura: el conjunto puede ser visto como un edificio rodeado, al estilo monumental del artista Christo Javacheff.