Plaça Mossèn Jacint Verdaguer

La Plaça Mossèn Jacint Verdaguer, hoy popularmente conocida como Plaça Porxada, durante las épocas álgidas del veraneo contaba con tres hoteles (Oriental, España y Suizo) y el emblemático Despacho del agua. Hoy es una bonita plaza con una zona cubierta por un porche, justo en el centro del casco antiguo de Sant Hilari.

A finales del siglo XX, se decidió ampliar la plaza derribando los edificios más próximos a esta. Actualmente, es una de las plazas donde más ambiente hay y donde más fiestas y ferias se celebran.

Está rodeada por la iglesia, el Despacho del agua, el Museu Guilleries y la Oficina de Turismo.

MOSSÈN JACINT VERDAGUER

Mossèn Jacint Verdaguer tuvo mucho contacto con las Guilleries y el Montseny, ya que vino más de una vez a buscar inspiración por estas tierras. Destacan varias cartas y poesías dedicadas a este lugar, en concreto el escrito que hay grabado en una piedra cerca de la Font Vella. También destacan las cartas que enviaba a Marià Aguiló, un bibliotecario y erudito mallorquín, en las que contaba todas las visitas a las Guilleries y en la casa del bandido Serrallonga.

Sus bases literarias fueron en la Plana de Vic y la comarca natural de las Guilleries. Dentro de sus textos se habla de personajes populares de la zona, donde destaca sobre todo Serrallonga, ya que su interés se basaba en la cultura catalana y la memoria popular de los catalanes.

La primera prosa que escribió en la que se hacía referencia a las Guilleries fue L’Atlàntida enfonsada. Consistía en una descripción de la belleza del paisaje desde el punto de Collsameda, un mirador con unas espectaculares vistas. Destaca los contrastes cromáticos del rojo mineral y el verde de la vegetación, los montículos como los terreros de las hormigas. También habla dos veces de Serrallonga: la primera vez, como referencia al horizonte de levante y, la segunda vez, hablando del importante bandido Joan Sala, alias Serrallonga.

Su interés por la búsqueda de leyendas y canciones populares era tanto que un día realizó una jornada de diez horas de camino para llegar a la casa de Joan Serrallonga, en el término de Querós. Su objetivo era recoger la canción del bandido, pero no lo consiguió. Tuvo que volver para conseguirla y la envió a Aguió, Milà y Fontanals, que la incluyeron en sus recopilaciones. La excursión por las Guilleries fue la primera en la cronología excursionista de Verdaguer.

Entre 1893 y 1897 volvió a interesarse por las Guilleries, con la conocida ascensión a Matagalls del 3 de septiembre de 1899. Verdaguer salió de Viladrau para subir al Matagalls, para seguidamente pasar una jornada en Sant Hilari. Fue entonces donde tuvo una entrevista reconciliadora y en secreto con el obispo Morgades. También aprovechó y visitó las reputadas fuentes del término: la Font Picant y la Font Vella. Toda esta experiencia la plasmó en el libro Aires del Montseny, donde retomaba temas de las Guilleries haciendo referencia a las vistas qué había desde la cima del Matagalls.

Uno de sus íntimos amigos, que lo motivó a realizar estas excursiones, fue Anton Busquets i Punset, poeta y narrador nacido en Sant Hilari.

En 1901, Anton Busquets i Punset organizó la última excursión de Mossèn Jacint Verdaguer, ya que pocos meses después murió. Comenzaron en Sant Celoni y pasaron por Santa Fe, donde hicieron noche. El segundo día, subieron al Matagalls hacia Sant Marçal y Coll Pregon y bajaron por Sant Miquel de Barretons, Sant Segimon, l’Erola y Viladrau. El tercer día, fueron de Viladrau a Espinelves, el Pla de la Creu, Sant Andreu de Bancells, el puente de Malafogassa y Vilanova de Sau, donde hicieron noche. El cuarto día, visitaron Sau (la casa del Fadrí de Sau, el lugarteniente de Serrallonga). Así pues, cruzaron las Guilleries de sur a norte y fueron del pie del Montseny al pie de los riscos de Tavertet.

El objetivo de esta segunda excursión era incitar a Verdaguer a escribir temas sobre las Guilleries, ya que durante todo el trayecto estaba el escenario de las Guilleries de fondo. Tanto Vía como Busquets hicieron escritos documentando el viaje. No pasaron por Mas Serrallonga por la dificultad del camino, ya que debe tenerse en cuenta que iban con mulos y que Verdaguer ya tenía cincuenta y seis años.

Así pues, las Guilleries fue su primera y última excursión.