General Moragues

Héroe de la Guerra de Sucesión española contra las tropas francesas, nació en un cortijo de Sant Hilari y ejercía de campesino cuando se vio implicado en la guerra hasta que fue juzgado, torturado y asesinado en 1713. Moragues dedicó gran parte de su vida a luchar por la identidad catalana y, años después, el Ayuntamiento de Sant Hilari le dedicó un monumento que se encuentra en una de las plazas.

Josep Moragues i Mas nació en el cortijo Moragues de Sant Hilari el 1669. Allí llevaba una vida de campesino propietario cuando, por distintas circunstancias, se vio implicado en los movimientos que se daban en diferentes lugares de estas comarcas, de catalanes contra las tropas francesas que muy a menudo invadían y ocupaban parte del territorio catalán.

Casado con Cecília Regàs, de Arbúcies, por parentesco se relacionó con grupos de Osona que tenían problemas de todo tipo con la gente de la comarca y que solían acabar de forma violenta. Posteriormente se entroncó con los que se denominaron vicenses (naturales de Vic), gente de la Plana que mostraba una fuerte oposición a las continuas penetraciones del ejército francés, lo que se traducía a un fuerte sentimiento antifrancés. Esto se acentuó con la designación del monarca borbón Felipe V como rey de España ante la muerte, sin descendencia, del último Austria, Carlos II, en el 1700, a pesar de que Cataluña lo reconoció en las Cortes de Barcelona de 1701.

Bajo los auspicios de mantener una política de equilibrio promovida por Inglaterra, que ya había buscado aliados, se dio en la zona una fuerte oposición al rey francés y se vio con simpatía la candidatura del archiduque Carlos de Austria (Carlos III) propuesto por los aliados. Sería la Guerra de Sucesión española.

Moragues, junto con otros patriotas catalanes como Domènec Perera, Antoni de Peguera y Carles Regàs, fue uno de los firmantes del pacto de la capilla de San Sebastián, que tenía que llevar al pacto de Génova, compromiso de los catalanes a aportar seis mil hombres armados cuando los ingleses volvieran a desembarcar en Barcelona (1705). El objetivo era instalar en España el archiduque Carlos de Austria, quien tomaría el nombre de Carlos III.

Así los vicenses adoptaron una posición contraria a la de los felipistas, conocidos como botiflers, y el conflicto bélico esclató. Moragues destacó en la lucha de diferentes sitios y fue cogiendo considerable prestigio como caudillo de grupos armados.

Pronto ascendió en el escalafón militar llegando a general de batalla, el grado más importante de todos los combatientes catalanes. A inicios de 1707, fue nombrado gobernador de Castellciutat, fortaleza militar en la Seu d’Urgell, que tenía que proteger la zona fronteriza de las entradas de los franceses. En esa época tenemos que situar su nueva boda, una vez viudo, con Magdalena Giralt, de Sort.

La guerra tuvo distintas alternativas, pero después de la derrota de Almansa (1707) el avance de las tropas borbónicas fue ya el manifiesto, a pesar que se produjeron nuevos impulsos hacia al centro de la Península, por lo que el conflicto cogió un rumbo contrario a los intereses de Carlos III. Cuando este fue nombrado emperador de Austria en 1711, después de la muerte de su hermanastro, la situación cambió radicalmente, ya que ahora eran los ingleses los más interesados en detener la guerra ante el poder que podía llegar a tener el nuevo emperador.

El Tratado de Utrecht (1713) suponía que ingleses, holandeses y austriacos rescindían la alianza creada contra Francia y Felipe V a cambio de concesiones territoriales. Los intereses de Cataluña no se tuvieron en cuenta a pesar de los compromisos adquiridos y firmados con los aliados.

Los dirigentes catalanes de aquel momento optaron por continuar la guerra ante las pocas alternativas que se les presentaban de mantener el estatus anterior al conflicto.

En 1713, Moragues rinde Castellciutat a los Borbones, pero sigue luchando en las comarcas interiores de Catalunya y en Barcelona, que, finalmente, cayó el 11 de septiembre de 1714. Hombre de acción y contrario a una solución personal fácil que se le ofrecía, en 1715 huía con otros patriotas catalanes hacia Mallorca, donde aún continuaba la lucha. En un segundo intento por dejar Barcelona y después de ser delatados, los fugitivos fueron presos el 22 de marzo.

Moragues fue juzgado, torturado y muerto a garrote. Su cabeza, como escarnio, fue puesta en una jaula de hierro que se colgó en el Portal del Mar de Barcelona, con una inscripción que decía: Josep Moragues, por haber cometido el crimen de una repetida rebelión, haber abusado dos veces de la clemencia real, finalmente, a la tercera vez, fue preso y ejecutado por la justicia.

Estuvo allí doce años.

Actualmente, el general tiene como homenaje una plaza del pueblo que recibe su nombre.